Recuerdo un sábado que tenía la agenda llena de gente por atender y yo me sentía casi con el pie en el otro mundo.
Según yo llegué temprano para consultar y comenzar a tomarme el tratamiento que me recetaran pero como la primera persona citada ya había llegado se me ocurrió pasarla de una vez. Mal hecho. Luego se me amontonó la gente porque habían empalmado las citas y ya ni chance tuve de comer. Mal hecho. Seguía sin consultar porque apenas abría la puerta para despedir a alguien cuando ya estaba saludando a la de la siguiente sesión.
(La odalisca No. 13)
Mis manos temblaban, quería vomitar y me daban ganas de amarrarme el palo de una escoba en la espalda para poder mantenerme erguida (lo cual, obviamente, no hice).
Había dormido mal la noche anterior porque me sentía con temperatura muy alta pero como no encontré ningún antipirético pues esta nunca me bajó.
Generalmente me he movido en ambientes médicos y más o menos, desde niña, ubico el nombre de los medicamentos y su uso, por eso cuando me enfermaba solo iba a echarme un clavado en la caja de las medicinas de la cocina y me tomaba lo que me parecía lógico, lo que vulgarmente conocemos como automedicar. Pero de unos años para acá dejé ese mal hábito y esa vez ya casi no había nada rescatable para tomar.
(Capulina contra los monstruos)
Total, en cuanto se fue la última persona, cerré la puerta y ¡bolas! me vomité, casi ni había comido pero bueno, la reacción fue desastrosa. Bajé a cobrar y ahora sí, después de varias horas me checaron y andaba toda loca. Me regañaron por estar trabajando con 40 grados de temperatura encima, rinitis, tifoidea, infección en la garganta, ritmo cardiaco acelerado y un montón de cosas más.
(Película del Santo)
Compré unos medicamentos y me fui a la casa como pude, casi arrastrándome. Llegué pero todavía me faltaban otros por adquirir así que le hablé a mi amante de aquel entonces para platicarle a grandes rasgos lo que me había pasado y que no lo llamaría hasta el día siguiente porque solo iría a la farmacia (no había nadie en casa que me hiciera ese favor) e inmediatamente me dormiría. Recuerdo que hacía frío porque yo traía una chamarra negra. La gente me miraba más de lo normal porque había llorado por el malestar y caminaba muy lenta, en verdad me sentía muy mal, me veía pálida y ojerosa.
En fin, eso fue ya hace un par de años pero esta vez casi me vuelve a pasar solo que en esta ocasión sí consulté a buena hora y me evité toda la incomodidad que acabo de contar aquí.
Lo peor del caso es que me perdí la Inauguración de: Cine Mexicano. El Imaginario, en MARCO, malo el cuento. Iré el miércoles o el jueves, o ambos.
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Frase para meditar: De todos no se hace ni uno.
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2 comentarios:
Espero que ya estes mejor,ora a cuidarse.
saludos
Y las fotos d q son?
Lo q viste ese dia en la TV?
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