Foto: Mi pantalón negro deslavado y mis botas color café descansan en el columpio rojo y la cámara sobre mis manos. Mis amigas BaRe y Betota me acompañan, en ese orden.

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Hoy una amiga me regañó por ser tan roñosa y no querer compartir tiempo con ciertas personas, no es que no me agraden simplemente no me siento muy cómoda entre ellas.

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Hace mucho me preguntaba a mí misma si me gustaría vivir con una persona como yo y me respondí que sí. ¿Por qué? Porque respeto el espacio de las (los) demás, no les robo ni tomo cosas sin pedirlas, no exijo explicaciones que no les corresponde darme, coopero con lo que se necesite (bueno, no siempre) y, si quiero, hasta puedo pasar desapercibida para no incomodar.

Luego, después de pensarlo más, recordé todos los corajes y las preocupaciones que mi mamá pasó por estarme esperando hasta la madrugada, las peleas entre mis hermanas en donde el tema de conversación era yo, los portazos que di cuando era adolescente y cuando me vomité en la sala de mi casa por llegar media ebria pensando que mi mamá no se había dado cuenta... pero sí lo hizo.

Claro que esos tiempos ya pasaron, esa etapa loca de adolescencia ya la superé pero lo que no se me quita es la vida nocturna supongo que porque era más que una etapa, era un estilo de vida que empezaba a hacer parte de mí.

Conclusión: Sí toleraría vivir con alguien como yo pero la verdad preferiría vivir sola antes que con nadie más.

¿Egoísta yo? Quizá sí... quizá no. Pero no voy a hacer o dejar de hacer (o decir) algo solo por quedar bien.

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Frase para meditar: Mi belleza es natural.

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