marzo 12, 2006

Lo prometido es deuda… Maternidad en singular

Me enteré de la presentación del Libro Maternidad en singular de Graciela Ríos (http://www.cimacnoticias.com/noticias/05ago/05082409.html) a través de un correo electrónico procedente del Instituto Estatal de las Mujeres de Monterrey, Nuevo León y sin duda me interesó.

Era un día jueves que no tuve problema para asistir porque ese día descanso. Llegué al lugar pactado, el Museo de Historia Mexicana y me encontré de nuevo con una ex- compañera de la Fac. de Psicología a quien días antes también había tenido la oportunidad de saludar en el mismo Instituto porque me iban a proporcionar unos ejemplares de la revista Violeta para yo repartirlas a mis clientas.
Registraron mis datos y me entregaron un ejemplar del libro a presentar junto con un ejercicio sobre violencia. Luego que lo terminé de contestar estuve ojeando y hojeando el texto mientras comenzaba ya a escucharse la melodiosa voz de Josefina Benavides (conductora también de programas de radio y televisión, http://www.nl.gob.mx/?P=iem_mujeralia).

Por cierto, uno de los fotógrafos me pareció conocido y recordé que era un ex-estudiante de la misma preparatoria en la que yo estaba (pero algunos semestres más adelante). Si mal no recuerdo se llamaba Heráclito (aunque tenía cara de Alfonso) y era hijo de un maestro de apellido Benavides.

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El texto narra una historia real. Un fragmento de la vida de una mujer adulta laboralmente exitosa que además lucha contra una depresión. Una mujer con el anhelo de ser madre enfrentándose no solo a los impedimentos de su biología sino también a los prejuicios culturales sobre las condiciones en las que “debe” nacer un (a) niño (a).
Decide entrar el mundo de la maternidad pero no le interesa prostituir su cuerpo para ello. No tiene pareja y tampoco desea una relación sexual con un desconocido (o incluso con un amigo) solo para alcanzar sus fines, pues sería como pisotear sus principios. Es por eso que opta por someterse a una inseminación artificial ya que no desea privarse de tener hijas o hijos solo por no contar con un compañero (a) de vida.

Aún conociendo los riesgos físicos que implica un embarazo a su edad (poco menos de 40 años) y la posibilidad de un parto múltiple por la estimulación en la producción de óvulos, logra pasar por dicho procedimiento y engendra a una niña y a un niño. Cabe aclarar que de pequeña deseaba ser hermana gemela o, al menos, tener hijas (os) gemelas.

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Lo que Lili Evil piensa:
El tema que aborda este libro no me llega de una manera especial (o personal) porque para mí la maternidad nunca ha sido tan importante. No he crecido ni vivido con la idea de algún día ser madre, al contrario, uno de mis objetivos de vida era mantenerme sin hijas (os)… pero sí logró ser un texto importante para mí ya que:
1. a la autora la siento relativamente cercana por el hecho de vivir en la misma ciudad que yo.
2. revela los altibajos emocionales que atravesó en todo el proceso.
3. yo tampoco me dejo llevar (o al menos lo intento) por estereotipos sexuales y/o culturales relacionados principalmente al género.
4. creo en el derecho a decidir tener o no tener hijas(os).

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Las hijas (os) se deberían recibir en el mejor ambiente posible, con el mayor equilibrio económico, emocional, moral y quizá espiritual, dependiendo de la ideología de la persona; pero eso no quiere decir que ese equilibrio signifique lo mismo para mí que para las demás.

No intento controlar la vida ni las decisiones de la gente (ni siquiera como psicóloga que soy).
No es mi intención juzgar ni para bien ni para mal. Considero que Graciela hizo lo que tenía que hacer y nada más. Preparó su nido con mucha anticipación para brindarle a sus crías el hogar más sano que pudo, física y emocionalmente.

Es una madre singular por lo especial que resulta su historia, porque no creo que haya muchos casos como el suyo.

Es una madre en singular porque no tiene (al menos en el momento en que escribe el libro) una pareja estable con la que comparta las responsabilidades y las satisfacciones que le produce tener una familia. Sin embargo no creo que sea indispensable tenerla para poder ser feliz pues también hay muchas otras vías para lograrlo, lo que sí creo que es necesario es compartir sentimientos, experiencias y la vida misma con alguien más, pero eso se puede lograr con muchas otras personas. No minimizo el papel de un novio/esposo/amante (somos seres sociales y buscamos siempre el apoyo y alguien con quien disfrutar la exploración de nuestro deseo sexual) simplemente pienso que nunca estamos solas (os). Siempre hay alguien más a nuestro alrededor: familia, amistades, conocidas y conocidos.

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Algo que me gustó es que haya contado su perspectiva del tratamiento psicológico que llevó con una Terapeuta sexual, editorialista y empresaria muy conocida en Monterrey, Josefina Leroux. ¿Por qué? Porque yo conozco los pensamientos, los sentimientos y las acciones de mis clientas (es) pero, obviamente, nunca se conoce por completo lo que hay en sus cabezas así que el que ella escribiera las huellas que le dejaban las intervenciones de la psicóloga y todas las ideas que le removía, me ayudó a mí a recordar el tacto que debo tener y el siempre estar al pendiente del impacto que pueden generar mis palabras en la persona que está sentada frente a mí.

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El libro se lo presté a un par de amigas. La primera no se pudo despegar hasta terminarlo e incluso me comentó que desde hacía tiempo tenía planes similares a los que aquí se tratan. La segunda no lo ha podido terminar pero no porque no posea el hábito de la lectura sino porque ese sí ha sido un tema que le ha atormentado en diferentes épocas de su vida. Lee un poco, se estresa y lo deja para después. Después lo vuelve a tomar, se vuelve a estresar y lo vuelve a posponer.

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El padre solo está representado, en este caso, por un espermatozoide. Sin embargo hay muchas familias en el mundo en las que también así parece ser: familias con padres periféricos, violentos, ausentes, infieles, alcohólicos, drogadictos, etcétera, así que no creo que la ausencia física del padre biológico de Daniela y Julián (frutos de Graciela) resulte ser un impedimento para ser una familia con las mismas posibilidades de ser feliz que las familias de los bloggeros que en este momento están terminando de leer lo que acaban de teclear mis dedos.

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Frase para meditar: Estoy subida en un puente; desde arriba las cosas se ven mejor, pero abajo se sienten más.

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http://www.fotolog.com/lilievil/

5 comentarios:

Sola en el universo dijo...

Eso de "recordar el tacto que debo tener y el siempre estar al pendiente del impacto que pueden generar mis palabras en la persona que está sentada frente a mí" debería de grabármelo bien.

En cuestión del tema... yo estoy a favor de que cada quien haga lo que quiera hacer. Que sea capaz de decidir su vida sin pensar en el "qué dirán los demás".

Anónimo dijo...

La maternidad siempre será un tema peliagudo en nuestra cultura. Hay tantos factores de consideración, desde nuestro bagaje de formación judeo cristiana arrastrada desde siglos atrás, el desarrollo y/o evolución del papel de la mujer en la sociedad el siglo pasado como sujeto de derechos, entre otros muchos temas que ameritan esos bonitos congresos donde regalan café.

La experiencia que relatas (impresa en el libro) resulta sumamente interesante por la oportunidad de revelar para el resto su perspectiva en concreto.

Me alegro de no tener útero, como sea.

ak47sicario dijo...

M egusto mucho tu punto de vista acerca del libro...saludos

Bernardo Felipe Martínez Meave dijo...

Es interesante tu punto de vista. A veces la vida no permite que hagamos las cosas como nosotros queremos, o "como debieran ser" según la sociedad.

ZERO dijo...

Mucha gente que conozco no tuvo un padre y son bastante normales y felices.

buen post Lili