¿Quedarme callada? No gracias. En ocasiones una se queda callada por vergüenza, por no hacer pleito, por flojera, por evitar una agresión mayor o simplemente porque todo ocurre tan rápido que ya cuando queremos defendernos ya es demasiado tarde. Esta vez reaccioné a tiempo, justo antes del ataque de un maldito estúpido de mierda (disculpen, pero no puedo ni quiero contenerme) que se me acercó demasiado con sus negras intenciones.

Si me hubiera tocado uno solo de mis cabellos estoy segura que sí le hubiera pateado los testículos o le hubiera quebrado la nariz, pero como no alcanzó a hacerlo le perdoné la vida y solo le hice pasar un poco de lo que yo pasé: lo insulté, lo miré amenazadoramente, lo seguí, me le acerqué por la espalda más de lo que una persona puede sentir como normal entre dos desconocidas (os), invadí su espacio kinestésico, lo acosé, lo hice sentir bastante incómodo. El gas lacrimógeno que siempre traigo en la mochila ahí se quedó, en la mochila; no fue necesario utilizarlo.
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No soy de las tontas que creen que todos los hombres son iguales, pero qué difícil es ser racional y objetiva cuando la mayoría de las veces que he sido violentada ha sido por personas de este género.
Qué difícil es no generalizar y no odiar al sexo opuesto.

Es muy cansado tener que estar siempre defendiéndome, siempre alerta para cualquier ataque. La libertad se va reduciendo cada vez más y eso es bastante deprimente, los muros se van acercando.
Me considero una persona que se siente segura andando en la calle sea de día o de noche, estoy pendiente ante cualquier situación inesperada y me niego a encerrarme y ver la vida pasar a través del vidrio de la ventana. No me quiero imaginar el estrés por el que deben pasar las mujeres que realmente se creyeron ese cuento de que son débiles, que si no se casan ni tienen hijos su vida no tiene sentido, que son tontas y que necesitan un hombre que las defienda.

Soy violentada cada vez que alguien me ofende en la calle (los estúpidos los llaman piropos, pero para mí son ofensas). Cada vez que me quieren pagar algo porque creen que yo no puedo hacerlo, cuando me creen superficial y tonta por mi condición de mujer, cuando me creen capaz solo de tener hijos, cuando me miran obscenamente, cuando piensan que debo callarme y aceptar los estereotipos sexuales, cuando mis primos machistas le ofrecen cerveza a todo el mundo menos a mí y a mis hermanas por ser mujeres, cuando en las películas las mujeres tienen que ser rescatadas porque son débiles e indefensas porque siempre se caen durante las persecuciones y se desgarran la ropa para que su papel cobre relevancia.

Paradójicamente, de camino a casa, me sentí libre, tranquila y hasta alegre porque no me quedé sin hacer nada, hice lo que quise en el momento apropiado.

Ya cuando llegué lloré y grité de coraje y, lo que más me resulta increíble, es que sean mujeres quienes engendren y eduquen esta clase de personas tan dañinas para la salud y el disfrute de la vida.
Ahora estoy contenta y orgullosa de lo que hice.

Gracias por leerme.
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Frase para meditar: El silencio no me sirve de nada más que cuando yo decido disfrutarlo.

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